domingo, 28 de noviembre de 2010

Raspando la cruz, la de allá y la de acá.

 La Clínica de Producción de Espectáculos, bajo la dirección de Romina Mazzadi Arro presento la ultima función de la obra “Raspando la cruz” de Rafael Spregeldburg en la sala Amigos del Arte. Un drama que mezcla pasiones, amor, traición y desconfianza propias de los personajes y su trasfondo, la convulsionada Praga de la pre segunda guerra mundial.

 Vale hacer un pequeño prologo citando al autor de la obra : “se me permitirán…, la desconfianza sistemática como actitud poética, el recelo de la historia con su apetito voraz de causa y efecto y la fragmentación deliberada como única forma de abarcar el espejo roto de la Argentinay su holocausto privado…”( Rafael Spregelburd)

 Sábado a la noche, hay fútbol en la tele y recitales varios dando vueltas y también teatro… si si en la sala Amigos del Arte. Uno llega saca la entrada, fuma un cigarrillo bajo una leve lluvia que dio descanso de tantos días de fastidiante calor típico de fin de noviembre rosarino. Folletito de la obra que lee  “ La Clínica de Producción de Espectáculos presenta bajo la dirección de Romina Mazzadi Arro: Raspando la cruz, de Rafael Spregeldburg” buenísimo, algo para leer y hacer pasar el tiempo. Un hombre se acerca, “dale pibe anda entrando que ya arranca”. Ultima pitada apurada al pucho y vamos para adentro.

 A sala llena los actores en sus lugares, concentrados investidos de la bohemia característica de una Europa central del contexto de los tiempos anteriores a la segunda  guerra mundial, una republica checa convulsionada, una Praga rendida a los tentáculos del tercer reich, una ciudad que baila al ritmo de las botas alemanas y los estruendos de las bombas de la resistencia. 


 Botas y bombas una analogía intencionalmente buscada, botas y bombas las de alla como las de acá, tres décadas después. Pero no es la única analogía, también el miedo ante el error, también la cobardía de escudarse en el secreto del voto, tanto del referéndum de anexión a Alemania citado por la obra como por el clásico argento y noventón “yo no lo vote al turco”.

 Una voz rompe el silencio y se nos presenta y ubica espacio-temporalmente, es “Weck” checo y parte de la resistencia, el curso de la obra nos presenta  el resto de la resistencia, Adolf, Dorita, Bruno y Trauma. Un grupo que desde el inicio muestra las dudas, miedos y contradicciones tanto políticas como carnales, pasionales ambas. Y ambas cruzadas por la traición, la desconfianza y la locura. La obra atrapa, los diálogos son impactantes y, hasta en ciertos momentos, inquietantes.

 Merito propio de los actores y la directora. Son esos diálogos y una narrativa corporal, perfectamente coordinadas que hacen de esa obra algo dinámico, siempre cambiante, nunca estático ni pesado. La propia obra de Spregeldburg avanza, evoluciona y se crea a su propio ritmo, dice y se desdice. La historia se cuenta dos veces, la trama avanza hasta cierto punto y luego comienza a retroceder. La obra pareciera plegarse sobre sí misma y aunque las escenas dan idea de estar en espejo, no coinciden plenamente.

 Es una hora y media que nos mantiene atentos, pensando y repensando con cortes abruptos. Idas y vueltas tienen coherencia, oscura coherencia, solo cuando la puesta en escena es impecable y las actuaciones fluyen con una naturaleza casi sospechosa. Se nota el trabajo, el empuje y la convicción teatral de todos los integrantes de La Clínica. Un viejo me tiro a la pasada una frase muy interesante una vez “hay que hacer de la sencillez una virtud, ahí esta el oro” y esa obra en su conjunto lo alcanza, con creces.

 Aqui una entrevista con Cristian Mengoni, actor de la Clinica quien interpreta a Adolf en la obra.


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